Samuel McNaught
Puebla, México, 1968
-¿Siempre quieres mandar un mensaje en tu trabajo?
-Sí. Aunque a veces no sea un mensaje muy puntual; es decir, siempre será un mensaje que se pueda leer de diferentes maneras. Yo tengo una intención, pero no siempre el espectador va a ver alguna de las opciones que pensé. A veces uno pinta un mundo, y no se puede exigir a los espectadores lo que uno pretende. Eso no es posible siempre. Pero qué bueno que suceda así porque la mayor parte de las veces la interpretación del espectador enriquece y le da nuevos sentidos a la obra.
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En el proceso de creación de cualquier obra, siempre hay muchas cosas que van pasando por tu cabeza, y que son imperceptibles para muchos, pero para ti significan mucho. Esos pensamientos de alguna manera quedan manifiestos en pequeños detalles dentro de la obra. Hay detallitos minúsculos: puede ser un color, una arruga de tal manera, la composición, cierta expresión muy sutil, a lo mejor el fondo o algo pintado y después oculto o parcialmente oculto. Algunas veces el fondo puede ser más importante que el mismo personaje que está ahí. Es como para distraer, ¿no? En el proceso se juega, a veces se hacen bromas. Es parte del regocijo que tiene el artista al hacer su trabajo.
Fragmento de “No soy hiperrealista” entrevista de Germán Montalvo a Samuel Mcnaught, publicada en De hilos, cuerdas y tejidos, Samuel Mcnaught, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2012
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